Muchos estudiantes se sienten como si cargaran ladrillos sin saber su finalidad. Estudiar se vuelve una obligación sin sentido, motivada únicamente por la promesa de una recompensa o el temor al castigo. Esta falta de propósito hace que se esfuercen lo mínimo necesario, alejándolos del verdadero aprendizaje.
Cuando un estudiante no ve aliciente en estudiar, suele ser porque no entiende la importancia de lo que aprende. Percibe las tareas académicas como una carga que limita su libertad.
Y si su única motivación es evitar un castigo o conseguir una recompensa, buscará el camino más corto para lograrlo, lo que puede llevar a hábitos negativos como copiar o procrastinar.
No se trata tan solo de si están motivados o no lo están, sino de cómo están motivados.
Existen dos formas de motivación: la motivación extrínseca e intrínseca.
La motivación extrínseca
La motivación extrínseca se basa en factores externos como premios y castigos.
Aunque puede funcionar a corto plazo, tiene consecuencias negativas:
Fomenta la mentalidad fija: se enfocan en resultados, por lo que son incapaces de disfrutar del proceso de aprendizaje. Los errores se castigan, impidiendo que aprendan de ellos y generando aversión al estudio.
Promueve conductas perjudiciales: buscan cumplir con lo mínimo, lo que puede llevar a copiar o evitar todo aquello que no cuente para la nota final.
Desarrolla pensamiento cortoplacista: Sin una visión a largo plazo, es difícil establecer buenos hábitos de estudio.
La motivación intrínseca
La motivación intrínseca surge del disfrute e interés personal por la actividad en sí.
Cuando los estudiantes están motivados internamente:
Disfrutan del aprendizaje: ven el estudio y los errores como una oportunidad de mejora y enriquecimiento personal, no como una carga.
Desarrollan autonomía: toman control de su aprendizaje y se sienten comprometidos.
Se enfocan en el desarrollo personal: buscan mejorar sus habilidades y conocimientos por satisfacción propia.
Conversen sobre sus intereses: pregúntele a su hijo qué le gustaría aprender o en qué le gustaría mejorar.
Definan metas claras: ayúdelo a establecer objetivos específicos y alcanzables que sean significativos para él.
Aplicar conocimientos a situaciones cotidianas: muéstrele cómo las materias escolares tienen relevancia en su día a día.
Fomentar debates y reflexión: discutan juntos temas actuales que puedan relacionar con lo que aprende en clase.
Anímelo a crear proyectos personales: esto puede ser en áreas que le apasionen, como ciencia, arte o tecnología.
Incentive la creatividad y el pensamiento crítico: anímelo a que explore soluciones y alternativas por sí mismo. No tenga prisas y permítale que se tome el tiempo que necesite para reflexionar.
Valore el esfuerzo y la perseverancia: reconozca su dedicación, independientemente de las calificaciones.
Normalice los errores como parte del aprendizaje: enséñele que equivocarse es una oportunidad, sin error no hay posibilidad de mejora. No me cansaré de repetirlo: EQUIVOCARSE ES BUENO Y NECESARIO, porque es parte del proceso.
Las mejores tareas son las que promueven la motivación intrínseca, y para ello, deben fomentar la autonomía, el dominio y tener un buen propósito inspirador.
Autonomía: tareas que sienta como propias y que realice por decisión personal.
Dar libertad con responsabilidad: permita que tome decisiones sobre cómo y cuándo estudiar. Después pídale que se comprometa con ello.
Evite el control excesivo: confíe en su capacidad para gestionar su tiempo y tareas. Dale herramientas, pero no lo hagas por él.
Dominio: actividades que desafíen sus habilidades y le permitan crecer.
Estimular el desafío: proporcione tareas que requieran esfuerzo y le permitan superarse.
Celebrar los avances: elige el progreso cada vez que adquiere nuevas habilidades y conocimientos.
Finalidad: objetivos percibidos como importantes por su impacto positivo.
Conectar con un propósito mayor: ayúdelo a ver cómo su aprendizaje puede tener un impacto positivo en su vida y en la sociedad.
Involucrar en actividades altruistas: participar en voluntariados o aplicar sus aprendizajes a proyectos comunitarios puede aumentar el sentido de propósito.
Ser un modelo a seguir
Mantenga una actitud positiva hacia el estudio y el aprendizaje.
Comparta sus experiencias y cómo supera desafíos.
Demuestre entusiasmo por aprender cosas nuevas.
Crear un plan de acción progresivo
Creen juntos una planificación para llevar a cabo sus proyectos de aprendizaje poco a poco
Establezcan objetivos motivantes teniendo en cuenta los consejos aportados anteriormente.
*Para saber más: cómo ayudarles a organizarse mejor.
Utilizar las notas como feedback, no como motivación
En lugar de enfocarse en las calificaciones, discutan sobre lo aprendido y cómo puede mejorar.
Fomente la autoevaluación y la reflexión sobre su progreso.
Una experiencia personal:
Salgo a la calle y el mundo me parece un lugar vacío, inhóspito y carente de significado. Nada llama mi atención, nada me inspira y nada motiva un cambio dentro de mí. Regreso a casa como si fuera un búnker de guerra donde me siento más seguro, menos amenazado, pero sigo sin comprender nada. Me miro al espejo aburrido ver siempre lo mismo.
Tan solo unos años más tarde, salgo a la calle y el mundo me parece un lugar apasionante, acogedor y lleno de significado. Todo atrapa mi atención y despierta mis sentidos, todo me inspira y cada momento motiva un cambio dentro de mí. Me siento parte de un todo, el mundo es mi hogar y mi casa un taller de creación. Cada vez que me miro al espejo veo un rostro en plena transformación, un reflejo que cobra sentido junto al murmullo vivo del mundo.
José Antonio Marina
Daniel H. Pink